Ermita de Santo Toribio de Baélls

Edificio de una nave rectangular orientado al Este con capillas entre los contrafuertes y testero recto. Adosada a la cabecera en su lado sur se encuentra la sacristía, un espacio de planta cuadrada que sobrepasa ligeramente el muro testero. La fábrica es de mampostería. En el alzado exterior destaca la altura de la nave, la presencia de los contrafuertes sobresaliendo por encima de las capillas y los muros enteramente enfoscados y revocados de blanco que contrarrestan en cierta medida el aspecto macizo del edificio, que cuenta con pocos vanos de iluminación. Las cubiertas son de teja árabe, a dos aguas en la nave y a un agua en los tejadillos de contrafuertes, capillas y sacristía.

El hastial occidental es un muro liso que culmina en una espadaña de un solo hueco y en el que destaca únicamente la puerta de entrada. Esta se abre en arco de medio punto, con rosca de considerable tamaño, y coronado por una cruz en relieve en el centro.

El espacio interior consta de un tramo a los pies sobre el que se alza un coro con balaustrada de madera y en el que se aloja la escalera de subida a este; la nave propiamente dicha, compuesta por dos tramos y a la que abren cuatro capillas poco profundas (dos por tramo) en arco de medio punto sobre sencilla imposta (solo sus caras interiores); y el tramo correspondiente a la cabecera, ligeramente sobre elevado respecto de la nave. Toda la iglesia se cubre con bóvedas de cañón. En el caso de la nave es de cañón con lunetos articulada en tramos mediante arcos fajones. Estas bóvedas descansan sobre una potente cornisa con dentículos y greca decorativa que recorre los muros laterales de la nave prolongándose hasta el presbiterio y que presenta salientes en los puntos de arranque de los arcos fajones a modo de ménsulas.

Un elemento llamativo es la decoración pictórica mural de tono y factura popular que cubre por completo el interior. Con recursos modestos se imita un despiece de sillería que recibe tratamiento diferenciado según se trate del zócalo, de los paramentos y bóvedas, o de zonas que se quieren resaltar como los arcos de las capillas donde se llega a simular un aplacado jaspeado. Esta decoración se completa con florones en el centro de las bóvedas (sustituidos por un cáliz radiante sobre cielo estrellado en la bóveda del presbiterio), marcos con motivos florales (arcos fajones, frente del coro) y elementos arquitectónicos fingidos (pilastras y arco del “arco triunfal”, angrelados en el presbiterio), siendo la cabecera donde se concentra la más abigarrada y ecléctica ornamentación.

La imagen del santo titular, santo Toribio de Liébana, es una escultura de escayola de escaso interés artístico. Una pieza interesante, del siglo XVIII, es el frontal de altar, de madera con decoración pintada basada en la repetición de un mismo motivo floral en colores rojos, naranjas y azules, de claro gusto dieciochesco y tono y factura popular.

Por último, en el exterior, adosado al muro lateral derecho en el tramo de los pies hay un marco de relieve con remate triangular que aloja la representación en azulejo de la escena de la tercera caída de Cristo en el camino al Calvario, correspondiente a la novena estación del vía crucis.
El templo actual se puede adscribir al siglo XVIII. Conserva además el frontal de altar original, de clara cronología dieciochesca. La decoración mural podría tener parcialmente su origen en esa misma época, aunque, en general, parece acomodarse mejor al gusto decimonónico y haber sido renovada con posterioridad.